martes, 10 de enero de 2017

Tu yo sagrado. Wayne W. Dyer


Verá que la totalidad del universo está contenida en usted mismo. Sabrá que todas las infinitas formas del mundo- no son más que emanaciones de su existencia. Se dará cuenta de que es usted quien se refleja en todas partes, y que es su propio reflejo el que pasa ante sus ojos.

Usted tiene dentro de sí este poder de trascendencia sobre la vida dominadas por el ego. Puede darse la vuelta y mirar hacia el interior, descubrir su naturaleza espiritual. Entonces podrá vivir cada uno de sus días, con independencia de lo que pueda estar haciendo, con la sensación de éxtasis que se deriva de hallarse en el sendero de la búsqueda sagrada. Hacer explotar esa luz implica entender quién es uno y qué está haciendo aquí, en esta cosa llamada cuerpo, en este lugar llamado mundo, en este momento de su vida.

Una mirada única a su vida

El punto de partida de su búsqueda es entender que el universo y nuestra participación en él no son fortuitos.

La inteligencia fluye a través de todo el universo, y ha tenido muchos nombres. Hace que los planetas giren en sus órbitas, que las galaxias permanezcan en su sitio, que las semillas broten, las flores se abran y que usted, sí, usted, respire, camine y piense.

Esta inteligencia invisible está en todas las cosas, en todas partes. No puede cogerla ni verla ni olerla. Pero usted sabe que está ahí.

La energía exterior, que controla la materia y el mundo físico, es finita. Esto significa que hay unas cantidades limitadas de oxígeno, hidrógeno y carbono. No hay ningún otro lugar al que ir en busca de más cuando se nos acaben. Todos los elementos físicos, identificados por los científicos y estudiados por los colegiales de todo el planeta, son finitos.

Todas las cosas de nuestro mundo visible están hechas de estos elementos que existen en cantidades finitas. Me gusta pensar en lo material como en algo que se renueva permanentemente. Puesto que tenemos sólo una cantidad limitada de este “material”, tiene que ser constantemente transformado.

El hierro que tiene hoy en la sangre, forma parte de toda la reserva de hierro. Es evidente que estaba en otra parte antes de que usted fuese concebido.

Hace quince millones de años podría haber sido parte de un depósito de mena de hierro de Afganistán. Hoy forma parte de la energía no interna que le anima a usted.

Y así ocurre con todas las partículas físicas del universo. Es una reserva finita que se recicla sin parar. Partículas materiales que tienen una forma, regresan a la Tierra y se trasforman. Como una partícula de magnesio de una espada que aparece más tarde en el fémur de una pantera.

Emily Dickinson escribió un libro de poemas, El lebrel solitario, en el que describe este fenómeno. Es mucho más atractivo que cualquier prosa que pueda usar para ilustrar dicho tema.

Este polvo callado fue caballeros y damas, Y muchachos y muchachas; Fue risas, habilidades y canciones, Y vestidos y rizos.

Este lugar pasivo una elegante mansión veraniega, Donde flores y abejas cumplieron con su circuito oriental. Luego cesaron, como éstas.

El yo físico que podemos ver y tocar está hecho del mismo material del que está hecho todo lo demás. Sin embargo, usted es diferente de las cosas externas a usted mismo. Para comprender esto, considere las cuatro categorías que describen el mundo: mineral, vegetal, animal y humana. Si tomáramos una muestra de cada una de estas categorías, las pulverizáramos y colocáramos el polvo en cuatro recipientes separados para analizarlas, el informe no presentaría ninguna diferencia discernible. Las muestras mineral, vegetal, animal y humana comprenderían todas las mismas materias primas. Y sin embargo, todas estas muestras difieren entre sí de un modo invisible, que está más allá de lo material.


Descarga el libro en el siguiente enlace:
http://datelobueno.com/wp-content/uploads/2014/05/Tu-yo-sagrado.pdf

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